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Adiós al Ford Fiesta, el ‘motor’ que dio vida a la fábrica de Almussafes

Publicada el 30 de octubre de 202223 de septiembre de 2023 por Divyansh

El primer recuerdo vinculado al mundo del automóvil para algunos. La evolución de un sector innovador para otros. Pero un modelo imborrable para todos. El icónico Ford Fiesta, con más de 22 millones de unidades producidas, dirá adiós definitivamente en junio de 2023 después de casi medio siglo en las carreteras. Lo hará despidiéndose en la fábrica de Colonia, la última donde este compacto del segmento B, en otro momento emblemático en las ventas de la marca del óvalo, aún tenía presencia. Sin embargo, su legado se arraiga en Almussafes.

La planta valenciana, resultado de una inversión multimillonaria por parte de la multinacional, y el pequeño automóvil nacieron juntos en octubre de 1976, en un momento en el que la industria automotriz se estaba recuperando tras la crisis del petróleo de tres años antes, y España estaba en pleno proceso de Transición. En ese contexto, Henry Ford II, que había estado desarrollando en secreto un modelo más pequeño y económico que los que la compañía tenía en el mercado, decidió lanzar su apuesta. El nombre del vehículo, que podría haber sido Sierra, Metro u otros, fue finalmente elegido por Ford: Fiesta, en español. Una elección que tenía sentido dada su procedencia.

«El Fiesta fue el comienzo de todo, también de la transformación de una localidad como Almussafes, que ha ido creciendo con la fábrica», resume Carlos Faubel, presidente del comité de empresa de Ford Almussafes y uno de los cientos de trabajadores que han sido testigos de cómo este ícono del automóvil se ha hecho un hueco durante décadas. Faubel comenzó en 1989, cuando entró en la planta y recibió una bonificación extra por el lanzamiento del nuevo Fiesta (el de la tercera generación) en su primer salario. En ese momento, el éxito del modelo ya estaba firmemente establecido.

Desde su inicio, el Fiesta fue innovador para la marca, con características pioneras en la década de 1970, como la tracción delantera, además de otros elementos confiables como su motor Ford Kent OHV, que se rediseñó específicamente para ofrecer una nueva variante conocida como ‘Valencia’, y una transmisión manual de cuatro marchas. Para fines de esa década, el Fiesta ya había superado el millón de ventas en todo el mundo, un éxito innegable, también en España.

«Fue un modelo que atrajo mucho a la gente joven, ya que representaba todo lo que significaba tener un automóvil en ese momento: libertad de movimiento, independencia deseada por un amplio grupo de clientes», recuerda Faubel. Además, el mercado era mucho más reducido en ese momento, compitiendo principalmente con el Renault 5 y el Seat 127, lo que lo hacía aún más atractivo para la sociedad.

Tanto la planta de Almussafes, donde se produjeron más de 5 millones de unidades, como las plantas de Colonia y Dagenham en el Reino Unido, dieron fe de su éxito. Trabajando a pleno rendimiento en turnos dobles para satisfacer una demanda que no dejó de crecer durante las décadas de los años 80 y 90. Para la fábrica valenciana y sus empleados, el renombre del modelo lo significaba todo, ya que, como explica Faubel, «en la fábrica crecieron generaciones que pasaron toda su vida laboral con el Fiesta». En sus instalaciones, se produjeron seis generaciones de Fiesta a lo largo de 36 años. Solo hubo una pausa, entre 1997 y 2002, cuando la planta se centró en el Ka, un modelo más pequeño, coincidiendo con la cuarta generación del famoso vehículo.

La desaparición del modelo de la planta en 1997 generó muchas dudas entre los trabajadores, ya que se dejaba de producir un modelo tan consolidado e icónico con ventas aseguradas para apostar por otros vehículos. Sin embargo, esta despedida no fue definitiva. En su quinta generación, en 2002, el Fiesta regresó a tierras valencianas, donde se quedó otros diez años hasta 2012, cuando nuevos acuerdos de inversión con la multinacional llevaron a la fábrica a cambiar su enfoque hacia la producción de vehículos más grandes como el C-Max, el Kuga y la furgoneta Transit.

Una década después de ese cambio en Valencia, el Fiesta enfrenta sus últimos meses de vida con ventas en fuerte declive, un síntoma de cómo su importancia ha disminuido en el mercado. Para Faubel, esto marca «el final de una era y el comienzo de otra», la era de la electrificación, en la que el emblemático Fiesta ya no estará en las carreteras.

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